martes, 28 de junio de 2011

Fe


No hace mucho tiempo en un cajón no muy lejano, un calcetín fue tejido para ser el último calcetín. Ya existían calcetines de todos tipos, grandes, pequeños, con borlas, de nylon, de algodón, estampados, lisos… Pero el último calcetín era diferente, no tenía par, no había otro igual. El último calcetín se escondía en lo más hondo del cajón, para que, cuando ya hubieras usado todos los demás calcetines, lo encontraras solo, pero impecable, ya que los años no han pasado por él, aún no ha sido usado. ¿Podrá el calcetín calzar algún pie?

domingo, 19 de junio de 2011

Tras la sombra de Peter Pan

- Olvídalos Wendy, olvídalos a todos. Vente conmigo allí donde nunca, nunca jamás tendrás que preocuparte por cosas de mayores.
- Nunca, es muchísimo tiempo.

Peter Pan la gran aventura

Y llegado este punto de mi vida, empiezo a preguntarme ciertas cuestiones que nunca jamás me había planteado. ¿Qué es eso que tengo, que me hace parecer «especial» a los ojos de los demás? Desde pequeña, me he dedicado celosamente a crear quimeras para esconder y disfrazar una realidad a la que no he sabido enfrentarme hasta que me llegó una madurez prematura. A base de golpes, tuve que crearme una máscara tras la que escudarme, establecerme unos valores por los que me mereciera la pena luchar y seguir adelante. Porque, al fin y al cabo, cada persona es responsable de tirar del carro de su vida para que no se quede atorado entre el barro. Sin embargo, a pesar de todo, siempre me ha gustado perseguir a la sombra de Peter Pan. Ensueño, fantasía: una bonita forma de desplegar las alas y volar lejos de esta realidad banal que nos acecha cada día. Aún así, he aprendido que cuanto más alto alzo el vuelo, más dura es luego la caída. Más te cuesta recomponer los pedazos de tu reflejo, más ardua es la tarea de recomponer y encontrar cada pieza de este puzle que es la vida. Algunas, se quedaron en el camino enterradas en algún charco del que, para salir, tuve que tirar del carro con todas mis fuerzas. Otras, las guardo con recelo hasta que llegue el momento de colocarlas en su sitio correcto, y en el que se merecen. Hoy en día, puedo definir mi vida como una constante lucha por encontrar la felicidad y alejarme de todo aquello que me daña, intentando seguir mi propio código de honor. Ése que tanto me ha costado asumir, ése por el que tanto he guerreado y al que tanto le debo. Pero, dentro de mí, existe Nunca Jamás, con otro nombre, con otra apariencia. Algo que, por mucho que crezca, no dejaré de abrazar cada noche.

No sé si tengo la respuesta a tal pregunta, y si algún día la encontraré. No sé ni siquiera si, con todo esto, estoy respondiéndome a mí misma, o tan sólo confundiéndome más. Si yo… NUNCA… Me he considerado ni siquiera especial… ¿Qué tengo? ¿Qué soy?

miércoles, 23 de marzo de 2011

Destino


Y aquella vez no volvió al lecho. Mientras ella hubo esperado toda la noche en vela, las sábanas de su cama permanecieron frías como el hielo. Sin su presencia, todo se derrumbó a su alrededor. No pudo regresar. El acero se lo impidió. Sin embargo, los días se antojaban eternos para la que le estuvo esperando sempiternamente. Y su faz se llenó de arrugas, sin recibir ni una noticia suya. Ella contemplaba, impasible, el inevitable paso del tiempo. Aferrada a lo que más quería, y a aquel pañuelo que le evocaba su recuerdo, siguió mirando las horas pasar. Pero él nunca volvió, a pesar de que le había hecho con recelo una promesa. Y la Parca esperó inamovible hasta que su último estertor llegó. Tumbada en el lecho que él una vez vacío dejó. Apesadumbrada por su dolor y pena, dejó esta vida, sin buenasnuevas de su amor. Quiso el incierto destino que ella nunca recibiera aquella misiva que un cobarde en batalla le escribió. Se despedía de su envoltura mortal, pues no pudo soportar el yugo de la guerra ni un minuto más. Mientras decía adiós, con la soga al cuello, un disparo furtivo alcanzó sus entrañas. Maldito destino, que quiso que los amantes dejaran de serlo. Maldito destino, que hizo que sus trazos y su despedida se perdieran en el espacio. Sólo dejó una carta manchada de sangre, una vida rota y un frío lecho. Ni descendencia, ni cobijo. Tan solo dolor y pesar. Destino cruel, que manejas a tu antojo el sino de los seres. Destino, que juegas con los sentimientos y con la misma vida… Destino incierto… ¿Quién dice que no se repetirá?

Caronte


Deja que mi alma se meza una vez más con el vaivén de las olas de este mar de sombras, pues perdí mi óbolo al cruzar el estrecho umbral que existe entre la vida y la muerte. Déjame, tú, alma condenada, que es mi última oportunidad de sentirme viva en esta espiral de corrientes que me transportan de un lado a otro del Aqueronte. Tú, que por la eternidad has conducido a los perdidos y sin rumbo hasta su destino final. Tú, que has portado el silencio y la muerte hasta el Inframundo. Dame un último atisbo de esperanza para sentir que aún no ha llegado mi hora. Opulento Hades, déjame disfrutar un poco más de esta vida. Y vosotras, Moiras, que todo tenéis entre vuestras manos y que todo lo contempláis, permitidme cumplir la misión que se me ha encomendado antes de cortar el delicado hilo que me une a este mundo. Os lo ruego, os lo suplico… Dioses, tened piedad de esta pobre mortal…

lunes, 21 de marzo de 2011

Musa


¿Por qué me has abandonado a mi suerte? ¿Por qué ya no me visitas? Rózame con tu aliento... Te lo imploro... Vuelve a casa...